ENTRE LA CIENCIA Y LA
FILOSOFÍA
Las ciencias sociales buscan, desde sus inicios, llegar a una
etapa verdaderamente científica, logrando cierta independencia respecto del
método prevaleciente en la filosofía, En ésta coexisten posturas opuestas
respecto de algún aspecto de la realidad, mientras que en las ciencias exactas,
ello no es posible.
De ahí que las ramas humanistas de la ciencia deberían
tratar de imitar, al menos en este aspecto, a las ciencias exactas. William James
expresaba a finales del siglo XIX: “Una serie de meros hechos, pequeños
diálogos y altercados sobre opiniones; parcas clasificaciones y
generalizaciones en un plano meramente descriptivo….pero ni una sola ley como
la que nos proporciona la física; ni una sola proposición de la cual pueda
deducirse casualmente consecuencia alguna….Esto no es ciencia, es solamente un
proyecto de ciencia.
Recordemos que toda ciencia debe establecer descripciones objetivas basadas en
aspectos observables, y por tanto verificables, de la realidad.
Las leyes que
la han de constituir consistirán en vínculos causales existentes entre las
variables intervinientes en la descripción. Además, el conocimiento deberá
estar organizado en una forma axiomática, en forma similar a la ética
establecida por Baruch de Spinoza.
Tal tipo de organización no
garantiza la veracidad de una descripción, sino que constituirá un requisito
necesario para que las ciencias sociales adquieran el carácter científico que
tanto se busca.
Mario Bunge escribió: “De los investigadores
científicos se espera que se guíen por el método científico, que se reduce a la siguiente
sucesión de pasos: conocimiento previo, problema, candidato a la solución
(hipótesis, diseño experimental o técnica), prueba, evaluación del candidato,
revisión final de uno u otro candidato a la solución, examinando el
procedimiento, el conocimiento previo e incluso el problema”.
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